Desmontando mitos sobre la lava: un vistazo al Reventador
Flujo de lava del volcán El Reventador, 12 noviembre 2025 (CC BY-SA Benjamin Bernard).
Cuando pensamos en “lava”, muchos imaginamos ríos rojizos, como los que solemos ver en imágenes de Hawái, Islandia o Italia. Esa idea, sin embargo, está lejos de representar la mayoría de los flujos que ocurren en los volcanes del Ecuador continental. Incluso las lavas más fluidas del mundo —con la notable excepción de la extraña natrocarbonatita del Oldonyo Lengai— no fluyen realmente como miel. La viscosidad de la lava en general suele ser tan alta que sería imposible hundir un objeto, menos una persona o animal, en ella.
La imagen muestra un excelente ejemplo: un flujo de lava del volcán El Reventador cuya superficie está formada por grandes bloques negros y angulosos que avanzan lentamente, empujados desde el interior del flujo. La incandescencia aparece solo en las grietas donde el material caliente queda momentáneamente expuesto. Este tipo de lava, áspera, fragmentada y muy viscosa, es justamente la más común en nuestras erupciones efusivas, y contrasta fuertemente con la estética “hollywoodense” con la que solemos asociar la palabra lava.